¿Cómo vamos con la TBC en el Perú?

 

La tuberculosis es la enfermedad que más muertes causa en el mundo y, al estar estrechamente relacionada con condicionantes sociales como la pobreza, es un reflejo de cuán desigual puede llegar a ser la sociedad. Así pues, la tuberculosis (TBC) persiste en contextos de injusticia social, marginación y exclusión, espacios en donde derechos como la vida o la salud no pueden ser ejercidos efectivamente.

Causada por el bacilo de Koch, la TBC se transmite por vía aérea, cuando una persona que está enferma tose, escupe o estornuda, momento en el que la bacteria ataca principalmente a los pulmones, los cuales va deteriorando hasta ocasionar la muerte. A pesar de que es una enfermedad que se puede prevenir y curar, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que en 2017, 282 000 personas fueron afectadas por Tuberculosis en las Américas, siendo Brasil, Perú y México los que concentran el 55% de este total de casos.

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Por su parte, el último reporte del Ministerio de Salud del Perú da cuenta de 32 548 personas afectadas de TBC, cifra aún distante de los 37 000 que estima la OMS, esto quiere decir que hay alrededor de 5000 personas que desconocen su diagnóstico, lo cual puede afectar su salud y vida y, al mismo tiempo, puede poner en riesgo a otras personas.  

Lamentablemente, esta enfermedad se complica con el fenómeno de la resistencia, el cual se presenta cuando el Bacilo de Koch adquiere resistencia a los medicamentos que han sido tradicionalmente utilizados en el tratamiento, es así que distinguimos la existencia de la Tuberculosis Multidrogoresistente (TB MDR) y la Tuberculosis Extremadamente Resistente (TB XDR) en ambos casos el tratamiento es más prolongado y las posibilidades de curarse disminuyen. Desafortunadamente, el Perú encabeza las estadísticas en Las Américas estimándose que 3500 personas sufrieron de estos tipos de Tuberculosis el 2017.

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Ante esta situación, ¿cuáles son los desafíos pendientes o que necesitan ser abordados para enfrentar la enfermedad?

1.- Abordar esta enfermedad desde una óptica de derechos humanos. Es decir,centrarnos en la persona y garantizar el ejercicio pleno de sus derechos fundamentales. Esto implica, por ejemplo, contar con una atención de salud accesible, aceptable, disponible y de calidad. Desde 2015, más de 150 personas afectadas de TBC se encuentran esperanzadas en una operación del pulmón (complementaria al tratamiento farmacológico) que forma parte del paquete de atención que debe de brindar el Estado. Debemos recordar que el tratamiento de una persona afectada por tuberculosis puede fracasar debido a que las bacterias impiden una adecuada circulación sanguínea por donde viajan los fármacos. Ante esa situación y de manera complementaria, se recomienda la cirugía, la cual forma parte del protocolo de atención de las personas afectadas y que debe ser cubierto por el Estado según la normativa vigente.

La buena noticia: en marzo del 2019 y después de todo un proceso de incidencia a cargo de la sociedad civil, el Estado inauguró una sala de operaciones en el Hospital Nacional Hipólito Unanue que todavía no está en funcionamiento.

2.- El abordaje de los determinantes sociales. Si bien la TBC le pueda dar a cualquier persona, son las personas más pobres las que la sufren en mayor proporción. De hecho, la mayor cantidad de casos en Lima y Callao se centran en zonas urbano marginales. Pero ello, ¿a qué se debe? Lamentablemente, las personas con bajos ingresos se alimentan de forma deficiente, se encuentran en constante estrés, sus viviendas son inadecuadas (sin ventilación) y hacinadas, condiciones que facilitan la presencia del bacilo en su entorno.

3.- Se requiere contar con mejores tratamientos que permitan tener mayor probabilidad de éxito. Al respecto, el Estado peruano ha avanzado con la emisión de normas técnicas que incorporan nuevos medicamentos como Bedaquilina y Delamanid, pero aún falta generalizar su uso e incorporar otras drogas tal y como recomienda la OMS.

4.- Abordar el abandono al tratamiento y el estigma de la enfermedad. Nadie quiere sufrir o morir con la enfermedad, por lo que debemos dejar de culpar a las personas por situaciones que, en muchos casos, escapan de su control, como la atención deficiente, la pobreza estructural, la ausencia del Estado o la discriminación.

5.- Priorizar a las poblaciones de riesgo. Las personas con diabetes, las personas que viven con VIH, las personas privadas de su libertad, el personal de salud, las poblaciones indígenas, la población usuaria de drogas o de alcohol y la población migrante son más susceptibles de sufrir tuberculosis.

Puntos finales

La prevención, pilar importante en el abordaje de la enfermedad, necesita ser fortalecido, pues el reconocimiento temprano de los síntomas de la enfermedad (tos con flema por más de 15 días) ayuda a que las personas accedan tempranamente al tratamiento y puedan curarse. En ese escenario, el compromiso político es imprescindible, en 2018 el presidente Martín Vizcarra asumió compromisos para detener la enfermedad en el país en la Reunión de Alto Nivel en las Naciones Unidas sobre la Tuberculosis y aun estamos a la espera de resultados concretos.

*Carlos Ricardo Rojas Eccoña es activista de la Coalición TB de Las Américas.

Por Carlos Ricardo Rojas Eccoña
(@CarlosRoj_TBVIH)